CIUDAD DEPORTIVA DE BOCA JUNIORS
La Ciudad Deportiva de Boca Juniors fue un complejo deportivo inaugurado en 1975 por Alberto J. Armando, entonces presidente del Club Atlético Boca Juniors.
Historia
La ciudad sale a flote – Nota de la Revista Siete Días 03 de enero de 1967Primero pareció una idea descabellada e irrealizable. Era en 1962, pero el germen de la iniciativa venía de antes: tenía ya casi 20 años. Nació en 1947, cuando Alfredo López, presidente de Boca Juniors, solicitó a la Municipalidad nuevas tierras para que su club pudiera emprender una expansión social. Pero la tentativa no prosperó. A partir de allí, los sucesivos trámites iniciados por Boca Juniors —1952: compra del ex Parque Romano, 1954: intentos por lograr el área de Casa Amarilla—, tampoco consiguieron sacar al club de su clásica y estrecha residencia: «La Bombonera». Ante las reiteradas dificultades, sólo quedaba una alternativa: emigrar en busca de otros terrenos más amplios, aunque completamente alejados del lugar donde nació la institución. Una noche de 1962, y casi accidentalmente, el desaparecido ingeniero José Luis Del Pini, que paseaba por la costanera sur en compañía del presidente de Boca Juniors, lanzó una idea aventurada: esas 40 hectáreas de agua que se agitaban junto a la costa, podrían ser la base de la futura ciudad que Boca pugnaba por construir. Y lo fueron. La mediación del ex diputado Reynaldo Elena logró poco más tarde que el Congreso Nacional sancionara la ley que otorgaba al Club Atlético Boca Juniors un trozo del Río de la Plata, comprendido entre la calle Humberto I, la Avenida Costanera y la línea de la ribera.Boca Juniors había llegado a los umbrales de la aventura, pero carecía de los medios económicos para emprenderla. Es en ese momento, cuando el apoyo de sus socios, simpatizantes y aficionados al deporte en general, se manifiesta con una intensidad abrumadora: entre febrero de 1965 y noviembre de 1966, los Títulos Propatrimoniales lanzados para financiar las obras suministran a Boca 2.500 millones de pesos. «La respuesta del público fue increíble —confiesa Alberto J. Armando—. Y lo increíble reside en que nuestra gente, que en materia deportiva ha sido defraudada tantas veces, haya respondido con una confianza absoluta. Curiosamente —afirma—, hemos logrado más repercusión que la que oportunamente tuvo el Empréstito Patriótico de 1961.»
Actualmente, a casi un año del instante en que el primer camión volcó material sobre el río, 70.000 camiones han transportado más de 300.000 metros cúbicos de tierra, rellenando y comenzando a definir, en parte, los límites de la futura ciudad.
El fin de la aventura
«Una vez terminada, será algo así como Venecia en la Argentina», asegura el doctor Mateo Pagés, de la Comisión de Obras de Boca Juniors. La ambiciosa comparación estriba en que se ha planeado levantar 11 islas, con canales de navegación intermedios para embarcaciones deportivas. Para llevar a cabo dichos planes, ya se han cercado más de 30 hectáreas de tierra. El volumen de hormigón armado empleado para montar el «table-estacado», que sirve como muro de contención —de haberse construido hacia arriba—, hubiera permitido erigir en 10 meses, una torre de 500 metros de altura, con 678 departamentos para 3.500 personas. Pero esta costa artificial se construyó hacia abajo, a 5 metros debajo del lecho del río y a 3 de la superficie, sobre la que se acaba de inaugurar un moderno sistema de iluminación que prolongará el muro castanero, introduciéndolo 2.200 metros dentro del río. Casi simultáneamente, una de las islas estará totalmente parquizada y pavimentada, con 3.000 árboles, un morro de 9 meces caminos interiores y una fuente.
«Para fines de 1967, la Ciudad Deportiva será una nítida y asombrosa realidad, asegura el ingeniero Miguel Conté, técnico que llevó a cabo una obra similar al levantar el vecino edificio de SEGBA en tierras ganadas al río, y actualmente director de las obras de Boca Juniors.
Para ese entonces, un gran estadio que albergará 140.000 personas sentadas y un microestadio, con capacidad para 30.000 espectadores, serán el campo de acción de la hinchada más estridente y popular del mundo. Pero el fútbol no será la exclusiva actividad que se desarrolle. «Boca ha emprendido esta obra, para dejar de ser solamente un gran club de fútbol, y transformarse en una institución sociodeportiva de envergadura», afirma Armando. Con esta finalidad, un amarradero para 500 embarcaciones, campos abiertos para cada tipo de deporte, una torre de 160 metros de altura con comedor giratorio, salones y stands de exposiciones, confiterías, capilla y un vestuario para 7.200 personas, serán distribuidos en las 11 islas de la dudad. Simultáneamente, un servicio de colectivos propio permitirá el rápido desplazamiento interno. Por otra parte, y considerando la importante movilidad humana que se generará hacia esa zona de la Capital, la Municipalidad deberá encarar algunas obras demoradas, como la ampliación de la Avenida Madero y la terminación de la Autopista, que a través del Puente Madero, une la Capital a la ciudad de La Plata. La trascendencia de la obra se observa en un detalle: hay más de 50 pedidos de líneas de colectivos para llegar a la ciudad.
Para fines de 1967, Boca Juniors se convertirá no sólo en el club con mayor número de socios —200.000— de todo el mundo (cada título representa la cuota de ingreso a la institución), sino también el más adinerado: la construcción de te Ciudad Deportiva, teniendo en cuenta el terreno ganado al río y su posterior valorización, capitalizarán a Boca en 13.000 millones de pesos. «No por eso —afirma Armando— despojaremos a River Plate de apodo «millonarios». ¡En absoluto. Simbólicamente, ellos seguirán siéndolo. Nosotros, en cambio, adoptaremos el más humilde de «italianos enriquecidos».
Mientras las obras planeadas avanzaron un ritmo acelerado, una posibilidad más es barajada por los dirigentes boquenses. De llegarse a un acuerdo con YPF, la mayor embarcación nacional, actualmente afectada a dicha flota, sería adquirida por Boca Juniors —200 millones de pesos aproximadamente— para transformar sus máquinas en el grupo electrógeno que proveerá de luz a la ciudad —10.000 kilovatios—, y convertir sus instalaciones en un exclusivo hotel flotante para deportistas.
1967 puede ser el año clave, no sólo para Boca Juniors, sino también para los restantes clubes de fútbol latinoamericanos. Las fuertes recaudaciones que día a día produce el fútbol pueden volver, es obras a la comunidad que lo promueve y financia. Si el estímulo que representa la Ciudad Deportiva se multiplica a través de las muchas entidades nacionales, un mayor ámbito deportivo puede suplir, en parte, el déficit, que a nivel popular, manifiesta el país. Todas las posibilidades estriban en que las restantes instituciones deportivas argentinas aprovechen la experiencia, que la Ciudad Deportiva active la fibra más fecunda de todo club: volcarse hacia la comunidad.
Para financiar la obra se vendían bonos o títulos pro-patrimoniales que daban categoría de Socio Patrimonial para el uso de las instalaciones.
El decreto original aclaraba que si no se completaban las obras todo pasaba a poder de la Municipalidad de Buenos Aires.
Los éxitos deportivos locales seguían y el otro sueño de Armando, la Libertadores que afianzaría al club a nivel mundial, no se concretaba. Mientras tanto, todo lo que no era el estadio se iba completando y funcionaba a pleno. En 1970 un militar fanático y entusiasta de Boca, Alejandro Lanusse, asumió el gobierno militar que ya venía de dos fracasos desde 1966 y apoyó el sueño de Armando, quien en una ceremonia hecha el 25 de mayo de 1972 colocó en su presencia, la piedra fundamental del gran estadio. La obra sería financiada con series de rifas gigantes denominadas Cruzada de las Estrellas y Cruzada de Oro, más la venta de plateas en la nueva cancha.
Durante la década del 80 se le alquiló la isla con la confitería a la Cámara de Comercio Argentino Soviética que instaló un centro de exposición permanente de productos exportados de URSS hacia Argentina.
En la Ciudad Deportiva se desarrollaban diferentes actividades ligadas al deporte y la recreación, tenía varios servicios como duchas, pileta, canchas de fútbol y un bar o confitería con una cúpula característica, que en esa época fue una de las más modernas de Buenos Aires. También disponía de un parque de diversiones llamado «Parque Genovés»
DistincionesLa Ciudad Deportiva de Boca Juniors recibió premios por su arquitectura de vanguardia. Se llegó a decir que era la continuación de Brasilia por sus lagos artificiales y puentes. Fue considerado uno de los complejos deportivos más modernos del mundo.
El club vendió el predio a la sociedad Santa María del Plata en 1992 por un valor cercano a los 50 millones de dólares, y con el dinero Boca Juniors construyó otro complejo en el barrio de La Boca llamado Casa Amarilla. En el año 1997 el grupo IRSA compró los terrenos.
Parte de esos fondos, y la cesión de tierras adelaneas al estadio, en Casa Amarilla, Boca Juniors construyó un complejo deportivo en el barrio de La Boca con canchas de entrenamiento y años después un microestadio para los deportes techados, como el Voley y el Basquet, dos disciplinas donde fue gran animador durante varios años.